Si algo tienen en común Antonio Soriano y Astor Piazzolla es la audacia.
En el caso de Piazzolla, figura emblemática para la historia del tango, su impulso transgresor lo llevó a incorporar elementos característicos del jazz en el ritmo y la armonía propias del tango tradicional, dando paso a lo que él mismo definió como “música contemporánea de Buenos Aires”. En el caso de Soriano, dueño y chef de Astor, su pasión por la gastronomía lo motiva a cocinar platos de corazón porteño, valiéndose para ello de toda la experiencia adquirida durante su paso por Francia; primero estudiando en la École de Cuisine Le Cordon Bleu, y luego trabajando junto a prestigiosos chefs, como Alain Senderens, Dominique Bouchet y Philippe Legendre. Su leitmotiv: Moverse con libertad. Descubrir. Llevar los productos locales siempre un paso más allá, sin dejarse condicionar por los cánones preestablecidos.
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Llegamos a Tarquino gracias a la famosa Secuencia de la Vaca de Dante Liporace, pero una vez sentados ahí con el menú en la mano, no tuvimos el coraje para decirle sí a tanta carne (“herejes” es la palabra que están buscando ahora mismo). Decantamos, entonces, por el ingenioso menú degustación de 7 pasos que bien supo hacer lo propio, llevándonos de paseo por las nubes y de nuevo a casa, con la panza llena y el corazón contento.
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¿Notaron alguna vez cuantas similitudes hay entre conocer un lugar para comer y una primera cita?
Topinambour llegó a nuestras vidas gracias al aluvión de reseñas positivas que encontramos en Buena Morfa Social Club. Casualmente por ese entonces, este bistró ofrecía un menú exclusivo para unos pocos afortunados que -por si todavía nos quedaban dudas- fue el empujoncito necesario que nos terminó de convencer para conocerlo.
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Desde que nuestro pequeño hijo llegó a nuestras vidas, las juntadas con amigos se han vuelto un bien cada vez más escaso y preciado. Es por eso que cualquier oportunidad que se presente resulta una buena excusa para hacernos un tiempo y encontrarnos, más aún si hay buen morfi de por medio.
Así fue como, aprovechando la última BA Food Week del 2014, con Ale y dos queridos amigos de siempre logramos sincronizar relojes para juntarnos y conocer Agraz, el restaurante del Caesar Park Hotel Brick, ubicado en pleno corazón de la Recoleta.
La verdad es que nunca habíamos esuchado nada sobre este lugar ni nadie nos lo había recomendado especialmente, pero lo buscamos en Guía Oleo (en Tripadvisor no está) y nos pareció que el puntaje asignado a la comida era lo bastante bueno como para darle una oportunidad. Ni que hablar que los entonces $140 al que se ofrecía el menú de entrada, plato principal y postre (aperitivo incluído!) resultaban una oferta muy difícil de rechazar.
Nos dimos cita a las 13.30 hs. en la recepción del Hotel, donde nos explicaron que -para llegar hasta donde estaba nuestra mesa- sería necesario cruzar el lobby completo, bordeando una escultura con forma de rulo gigante (?) y atravesando un living cargado de sillones de distintas formas, tamaños y colores.
25 metros más tarde llegamos al salón principal, un espacio ambientado tan clásico (con arreglos florales en cada mesa y cuadros y jarrones) que parecía como si estuviéramos por almorzar con Mirta Legrand.
Ya sentados en nuestras ubicaciones, teníamos una vista privilegiada de la cocina y sus fuegos, así como de la superficie donde el personal armaba cada plato justo antes de presentarlo ante los comensales. Qué lujo.
Entradas
Carpaccio de lomo, helado de mostaza, hojas de rúcula y espuma de queso parmesano.
Tartar de salmón ahumado, palta, mango y caviar de yogurt de lima, con láminas de rabanitos.
Había también una tercera opción, Brusqueta de quínoa morada vegetariana, pero a ninguno le pareció lo suficientemente interesante como para pedirla.
Tanto el carpaccio como el tartar brillaron en la mesa con su frescura, y desaparecieron de los platos en un abrir y cerrar de ojos. Buena forma de empezar el almuerzo.
Principales
Matambrito de cerdo, puré de batata al romero, cebolla morada y pimiento.
Risotto de calabaza, agujas de pollo empanadas en panco y lima.
Bife de chorizo, pastel de humita, mermelada de tomate ahumado.
Acá sí que pudimos hacer uso completo de las 3 opciones disponibles y así probar un poquito de todo. Las porciones eran abundantes y estuvieron más que a la altura de las circunstancias: el risotto estaba suave y cremoso, el matambrito dorado y delicioso, y el bife de chorizo cocinado en su punto justo. Keep it coming!
Postres
Budín de algarroba, manzanas caramelizadas y sorbet de manzanas asadas.
Arroz con leche al Salto, gel de té blanco y deshielo de zanahorias.
Reversión del Postre Leguizamón (con capas de hojaldre crocante, crema pastelera y un dulce de leche muy suave).
Llegando al final fue difícil mantener el ritmo: si bien los postres se veían divinos y estaban ricos, el sabor no se compara para nada con el nivel de las entradas y de los principales.
De todas formas nos fuimos hechísimos, habiendo comido con ganas y más de la cuenta, y sin más que palabras de agradecimiento al genio creador de la Food Week. Otraaa!
Posadas 1232 (Recoleta) | |
4819-1129 | |
Abierto de Lunes a Sábados de 12.30 a 15.30 y de 19 a 00hs. Domingos de 12.30 a 15.30hs. |
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Agraz en Guía Óleo |
“Todos estos platos que ven acá tienen -para que se den una idea- el tamaño de una entrada. Les recomiendo que pidan varios entre los tres, así prueban un poco de todo”. Junto con la carta, el jóven que se acercó a tomarnos el pedido (amabilísimo, por cierto) nos explicó cómo venía la mano del lugar. Por supuesto que aceptamos la propuesta.
¿Quien en su sano juicio no gusta de probar “un poco de todo”?
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Nos hubiera encantado tirar la casa por la ventana y pasarnos toda la BA Food Week comiendo con desenfreno en muchos de esos riquísimos lugares que se coparon y armaron un menú para volar pelucas por sólo 140$ARS. Pero sabiendo que -por bebito y otras yerbas- teníamos una sola oportunidad, nos aseguramos de hacerla valer.
Sopesamos todas las opciones disponibles y concluimos que el elegido sería Unik. Un poco porque el año pasado se ganó un espacio entre los 50 Mejores Restaurantes de América Latina, y otro poco porque -como nosotros- el lugar tiene un vínculo amoroso con el diseño y la arquitectura que no pudimos pasar por alto. badabOOm!
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Una de las actividades domingueras que más disfrutamos con Ale es la de salir a brunchear bien cerdo style. Es por eso que no podíamos dejar de dedicarle un post a la propuesta con la que nos convidó Hernán Gipponi en su restaurante en el Fierro Hotel y que fue de las mejores y más originales que probamos en el 2013. ¡Bomba!
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San Telmo no resulta para nada nuestra zona de confort. Pero como siempre suele haber algo por allí que tenemos ganas de hacer o de conocer, con Ale solemos unificar 2 o 3 de estos “pendientes” para motivarnos a emprender nuestra peregrinación semestral dominguera hacia uno de los barrios más tradicionales y pintorescos de Buenos Aires.
En esta oportunidad, nuestra primera tarea consistía en visitar el bolichito divino de los chicos de Cualquier Verdura para hacernos de algunos vinilos y muñequitos varios para desparramar en la nuevísima biblioteca de nuestro living. La segunda pit stop estaba necesariamente relacionada con nuestro almuerzo, y se regía por la premisa “comida casera al toque francés”. He aquí la crónica de nuestro paso por L’Atelier de Celine.
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