Llegó ese día del año en que el mundo se tiñe de verde y todos jugamos a ser irlandeses por un rato. Y qué mejor forma de rendir tributo a San Patricio que apersonándose en Chipper a probar el menú que Susan Kennedy, Marcelo Liska y la chef Luciana Quintana pensaron especialmente para la ocasión.
Chipper queda sobre la calle Humboldt, en el barrio de Palermo Hollywood. Estuvimos ahí hace justo un año, deleitándonos con un platazo de Moules Frites que nos encantaron. Como dato de color, son miembros de la National Federation of Fish Friers, una asociación inglesa que protege y promueve los intereses de empresas o restaurantes de Fish and Chips no sólo en el Reino Unido sino también en el resto del mundo. Para Susan, “esto acredita nuestro nivel de compromiso con la calidad y con la autenticidad del concepto de nuestra cocina”.
Las mesas en la vereda y en el mini espacio de la planta baja son para su oferta de street food (comida “callejera”), como su ya famoso plato de fish and chips, unas rabas, hamburguesas o sandwiches. El primer piso y la terraza son para la carta de comfort food (comida “reconfortante”), como es el caso de su carta de platos más elaborados o de sus menúes especiales, como el que fuimos a probar por la semana de San Patricio.
Salimos de casa los tres vestidos de verde, acorde a lo que indica la etiqueta de los festejos. Teníamos reserva a las 20 hs. y llegamos de los primeros. Tanto fue así que, excepto por la divina de Susan (que ya de entrada nos recibió con una sonrisa) y de Santiago y Hernán (los chicos que nos atendieron esa noche), aún no había nadie ocupando mesas. Subimos por una escalera angosta hasta un salón pequeño y muy cálido, donde toda la ambientación remitía a barcos y alta mar: desde las sogas de amarre envolviendo las lámparas que penden del techo, hasta los cuadros con medusas, pulpos e hipocampos que visten las paredes. Hay una situación de terraza que suma bastante si el clima lo amerita, pero para esta noche particular preferimos una mesa adentro, mucho más adecuada para nuestra condición de padres-con-niño-incorporado.
Como pudimos pispear de antemano el menú gracias a la magia de internet, la repartija de qué plato elegir para cada uno fue rapidísima: los langostinos, el pastel de cordero y los duraznos especiados para mí; el huevo escocés, la panceta y el pudding con helado para él. Pim-pam-pum.
Pedimos. Hernán y Santiago se turnaban para acercarse a atendernos. No hubo ni un momento de la noche sin que alguno de ellos estuviera pendiente de lo que íbamos necesitando. Fue realmente un placer porque además de comer rico nos sentimos bien cuidados, algo fundamental siempre, pero más aún cuando salís a comer con un pibe chico.
Las entradas llegaron rápido: Langostinos a la chapa con almendras tostadas, tomates cherrys, hojas de albahaca y una emulsión de pomelo y pimentón, un plato que se nos hizo sabroso y fresco, y un Huevo escocés con papas confitadas, morrones asados y toda la emoción que genera cortar al medio un huevo cocido con la yema líquida, pintando de amarillo cremoso todo a su paso. Food porn, que le dicen ahora.
Los principales fueron el tradicional Shepherd’s pie de cordero, y una Panceta braseada en barbacoa artesanal y miso, con cremoso de papas trufado. A mi pastel de cordero hubo que entrarle con cuidado, porque sí que estaba caliente! Pero cada cucharada era un abrazo al alma. Si hubiera tenido un pancito, mandaba el plato limpio limpio a la cocina. La panceta estaba tierna y jugosa, y el puré era una seda.
Finalmente, los postres: Sticky toffee pudding con helado de vainilla, y Durazno especiado a la leña con nitro helado de Baileys y merengue seco. El pudding tenía una buena textura, húmedo por fuera y esponjoso por dentro. Los duraznos me encantaron, bien cubiertos por un almíbar dulce y perfumados con canela y jengibre. Acompañamos la cena con un pinta de cerveza y con una copa de Punto Final Sauvignon Blanc.
No fue necesario pedir menú especial para el peque, que quedó más que satisfecho picoteando un poco de todo lo que pasó por nuestra mesa. Gustó especialmente de mis langostinos, del cerdito que pidió el padre y, como no podía ser de otra manera, de las dos bochas de helado que venían acompañando los postres.
Los seis platos que comimos estuvieron buenísimos. El timing entre uno y otro fue muy bueno, sin sentirnos apurados en ningún momento. El servicio fue impecable, incluso cuando el salón estuvo lleno (porque entre que llegamos y nos fuimos, ya casi no quedaban mesas libres en el primer piso). Sumo mil la amabilidad de los chicos que nos atendieron y la calidez de Susan, que no sólo se acercó hasta nuestra mesa para ver cómo había estado la cena, sino que también se prestó para una foto con el niño al ritmo de “Say cheeeese”.
Una gran noche de festejos, bailando al compás de Rocky Road to Dublin y comiendo Shepherd’s pie en Chipper. ¡Que la suerte de los irlandeses esté con ustedes!
May the Irish hills caress you.
May her lakes and rivers bless you.
May the luck of the Irish enfold you.
May the blessings of Saint Patrick behold you.
Humboldt 1893 (Palermo Hollywood) | |
4777-6760/8628 | |
Abierto de martes a jueves, de 19.30 a 12hs. Viernes, sábados y domingos, de 12.30 a 16.30 y de 19.30 a 1hs. |
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