Además de bellísimos recuerdos y dos buenos posts con nuestras experiencias gastronómicas, de Viena nos trajimos un paquete de fideos de chocolate amargo que -desde aquel entonces- se había quedado triste y solo en el fondo de la alacena, porque nunca se nos ocurría con qué cátzo prepararlos. Hasta que un día apareció en nuestra vida esta receta de sabores exquisitos y supimos que tanta espera había valido la pena.
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