A Erika Valecillos Spinetti la conocimos una noche de junio en Colonia, en la esquina de Manuel Lobo y Alberto Méndez. Tenía una belleza muy a lo Sophia Loren: labios gruesos, cabello rojo y ondulado, y unos profundos ojos verdes. Fumaba un cigarrillo con parsimonia. Cuando nos vio acercarnos, la nube de pensamientos que la mantenía abstraída se esfumó.
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