A Erika Valecillos Spinetti la conocimos una noche de junio en Colonia, en la esquina de Manuel Lobo y Alberto Méndez. Tenía una belleza muy a lo Sophia Loren: labios gruesos, cabello rojo y ondulado, y unos profundos ojos verdes. Fumaba un cigarrillo con parsimonia. Cuando nos vio acercarnos, la nube de pensamientos que la mantenía abstraída se esfumó.
“Nací en una familia de cocineros. Mi mayor influencia fue la de mi abuelito chef [Mario Spinetti Berti] que me dejó acompañarlo en la cocina desde muy chica. Gracias a él, a los tres años estaba haciendo ñoquis y a los cuatro ya cocinaba con fuego”, nos contó Erika. Por esas cosas de la vida, se alejó por un tiempo de sus raíces gastronómicas para explorar otras artes: pintó, hizo teatro, estudió cine y música. Pero no pudo escapar de su destino. “Cuando recaí en la cocina supe que no tendría que haberme ido nunca. Es la magia de mi esencia”. Para Erika, la cocina es el arte más complicado de todos, porque envuelve los cinco sentidos. “Con la comida tengo el desafío de cautivar desde el primer momento: empiezo por los ojos, después la nariz, sigo con el tacto y finalmente llego al gusto. Compartir comida con otros es algo que me satisface demasiado. Y una vez que empecé a hacerlo, ya no hubo vuelta atrás”.
Audaz y apasionada, Erika recorrió gran parte de Latinoamérica explorando movidas artísticas y sabores locales. Así nació el blog MissFusión, desde donde compartía con el mundo sus crónicas de gastronomía, turismo, cultura y arte. En el año 2015, se mudó a Colonia del Sacramento en busca de la tranquilidad que Venezuela había perdido. “Cuando me bajé del bus que me trajo desde Montevideo no podía creer este lugar. Ahí mismo supe que quería quedarme”. Su espíritu inquieto y su pasión por la comida fueron los impulsores de la apertura del Bar MissFusión, a principios de 2016. “Vengo de una familia italiana, viví toda mi vida en Venezuela y amo la cocina asiática. Lo que ofrezco son mis fusiones, el resultado de la mezcla de todos esos sabores e influencias, usando productos regionales y de temporada”, aclaró Erika, que se tomó casi 6 meses para seleccionar los mejores productores locales donde conseguir la materia prima que usa para sus platos.
A pocas cuadras del casco histórico, este gastropub ofrece una gran variedad de tapas y picadas, ideales para compartir y acompañar con una cerveza artesanal bien fría (hay IPA, robust porter o belgian blonde), con una copa de vino (tienen una selección de algunas de las mejores bodegas uruguayas), o con alguno de sus innovadores cócteles con y sin alcohol, pensados especialmente por Erika para satisfacer los gustos más diversos. Se destacan el aperitivo especial de la casa (jugo exprimido de naranja y de limón, tónica, jarabe casero de cedrón, gin y Campari), refrescante y con un toque dulce, el green cosmo (jugo de naranja natural machacada, almíbar casero de albahaca, triple sec y Absolut Vainilla), tan rico que más que un trago parece un helado, y el dulces besos (trozos de naranja y de frutilla, yerba buena, azucar y whisky Jameson), parecido al mojito pero con whisky en lugar de ron.
En cuanto a las tapas, las más emblemáticas son las poparepas, unas arepitas crocantes con un dip de porotos negros, salsa criolla y queso Colonia, y los tequeños, aperitivo tradicional venezolano similar a nuestros bastoncitos de muzzarella, pero rellenos con un queso blanco suave y empanizados con masa. También conocidos como “deditos de queso”, llegan acompañados con una salsa tipo tártara con lima y cilantro. Otras opciones son las bolitas de pechuga de pollo con una salsa de rabanito dulce, perejil, yogurt, mostaza de dijón y limón, unas bolitas de cerdo tipo thai, hechas con bondiola picada, jengibre, pomelo, coco, sésamo y albahaca y acompañadas por un dip de maracuyá y albahaca, o las croquetas de garbanzo, parecidas al falafel pero más mediterráneas, con tomates deshidratados, ajo rostizado y una mezcla de hierbas, y con una salsa de curry y miel orgánica. También para picar están las papas rústicas o las salchichitas húngaras a la plancha. Para comer hay sopas del día, burritos y sandwiches de choripan, de pollo o vegetariano con queso. Un detalle no menor: el pan que usan es de masamadre.
Para el postre, la oferta es más bien acotada y va cambiando según la disponibilidad de los productos que necesita para hacerlos: puede ser una porción de tarta (de maracuyá y ganache de chocolate blanco, o de lima con confitura de frutilla y aceto balsámico), un triffle o una cookie sandwich. “De noche, la gente viene más por el chupi y no tanto por lo dulce”, nos contó Erika. Los tragos que más salen para hacer las veces de café y postre son el martini espresso, con un blend de café tostado de Guatemala y de Colombia hecho con prensa francesa, almíbar, licor de café y vodka, y el bajonero, con Bailey’s, licor de café, licor de chocolate y unos hilitos de licor de menta. Todo un chocolatín After Eight en trago.
Además de poner el cuerpo y el alma a todo lo que se prepara en la cocina, Erika disfruta de atender personalmente el salón, tomándose el tiempo de conocer a sus comensales. Siempre con una sonrisa, resulta hipnótico verla acercarse mesa por mesa para explicar el concepto detrás del menú, haciendo recomendaciones personalizadas de comida y de tragos.
MissFusión ofrece en Colonia un ambiente informal y con buena vibra, donde picar algo diferente, tomar un trago de autor y escuchar buena música a un precio accesible. Si además tienen la suerte de conocer a Erika y su personalidad risueña y atrevida, seguro que la experiencia será todavía mejor.
Manuel Lobo 449 esquina Alberto Méndez, Colonia Del Sacramento, Uruguay | |
+598 92 187 501 | |
barmissfusion@gmail.com | |
Abierto de martes a jueves, de 20.00 a 23.30hs Viernes de 12.30 a 15.30hs y de 20.00 a 24hs Sábados de 12.30 a 15.30hs y de 20.00 a 01hs |
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Los miércoles hay un happy hour de 20 a 22hs. con 2×1 en todos los cócteles, los viernes hay un 3×2 en copas de vino hasta 23hs. y los sábados hay noches temáticas, con DJ’s o bandas tocando en vivo. El espacio funciona también como una galería de arte, con muestras y exposiciones de talentos emergentes que cambian cada dos o tres meses.
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