Ana Cufré es arquitecta y pastelera. Mauricio Baffa es interiorista. Crecieron en Luján, pero a finales del 2014 se fueron a Colonia del Sacramento a trabajar. Cautivados por la dinámica slow motion de la ciudad, pegaron un volantazo y decidieron quedarse a vivir. “Es como estar en los ochenta, todo mucho más tranquilo y seguro” nos cuenta Ana desde la barra. “Apostamos a una vida distinta. Sabemos que resignamos mucho, pero ganamos otras cosas muy valiosas”.
Tuvieron la suerte de encontrar el lugar ideal donde dar vida a su proyecto: un caserón increíble sobre el Paseo de San Miguel, con jardín, aljibe y terraza. Desde uno de los ventanales en su interior, se ve la Puerta de la Ciudadela (también conocida como “Puerta de Campo”), una de las principales reliquias históricas que tiene Colonia. Construida en 1745 durante el gobierno del portugués Antonio Pedro de Vasconcellos, hoy marca el límite entre el barrio histórico y la parte nueva de la ciudad.
Seis meses les llevó restaurar el lugar y ambientarlo, diseñar la imagen de marca y pensar el concepto que querían transmitir. Finalmente, en noviembre de 2015 abrieron las puertas de BocadeSanto. El nombre se inspira en un refrán puertorriqueño que se usa cuando una persona quiere decirle a otra que su opinión fue acertada. “Para nosotros es algo así como hablar por boca de jarro sintiéndose libre de pecado, cosa que nadie está”, aclara Ana. Para mantener esa impronta pseudo religiosa, todas sus hamburguesas llevan nombre de Santas.
El Burger Menú tiene 4 opciones con pattys de 160 gramos de carne vacuna, y una quinta bien veggie, con un medallón de lentejas. Está la Santa Catalina, con panceta, emmental, tomate, pepinos agridulces, morrón asado, salsa de mostaza y miel; la Santa Bárbara, con emmental, lechuga crespa, cebolla picada y mayonesa de pepinos; la Santa Elena, con hongos asados, cebolla caramelizada, rúcula, tomates secos y salsa de queso; la Santa Teresa, con doble cheddar, doble bacon y salsa barbacoa casera; y la Santa Ana, una hamburguesa de lentejas con vegetales grillados y un aderezo de mayonesa de zanahorias. Todas vienen acompañadas por una porción de papas rústicas. El pan es casero y lo hornean diariamente. “Estamos por sumar otras cinco hamburguesas de carne de pollo, cerdo y cordero. Con eso terminaríamos de cerrar el menú, definiendo bien nuestra propuesta”.
Era un mediodía temprano, así que fuimos de los primeros en llegar. Elegimos sentarnos en uno de los livings, en una mesa bajita con sillones. De fondo, sonaban infinitos clásicos de los ochenta, de esos que nos hacen cantar en fonética por lo bajo, como cuando éramos chicos. Sopesamos todas las alternativas del menú y elegimos la Santa Teresa y la Santa Ana. Mientras en la cocina armaban nuestro pedido, el aroma que desprendía la carne en contacto con la parrilla empezó a sentirse en todo el salón. Nuestro pequeño, feliz de tener tanto espacio para moverse, iba y venía de un lado a otro jugando con sus autitos. Nosotros nos tomamos el tiempo para recorrer todos los ambientes, sacando fotos y prestando especial atención a todos esos detalles que hacen de BocadeSanto un lugar tan especial. Cuando nuestras hamburguesas estuvieron listas, volvimos a la mesa y empezamos a comer.
El patty de la Santa Teresa estaba increíble, bien jugoso y tierno. La tríada de ingredientes que la acompañaba (cheddar, tiras crocantes de panceta y barbacoa casera) era una combinación de sabores clásica y no por eso menos espectacular. En cuanto a la veggie burger que probé yo, la hamburguesa de lentejas tenía un muy buen tamaño y estaba rebozada en polenta, lo que le daba una textura increíble. Se me desarmó un poco cuando la levanté, pero la terminé comiendo en forma de bruschetta y listo. Tenía muy rico sabor y los vegetales grillados me parecieron un buen complemento para humedecerla un poco. El pan estaba calentito y bien mullido al morderlo. Las papas, de exterior crocante y esponjosas por dentro, estaban buenísimas. Para tomar, pedimos una blonde ale artesanal que era una delicia, fresca y fácil de tomar.
Al momento del postre, Ana nos recomendó probar su chocotorta “sin galletitas”: la base era un bizcochuelo húmedo de chocolate relleno con dulce de leche y queso, y por encima un bochón de helado de crema americana. En menos de 3 minutos nos lo cuchareamos todo.
Tratamos de evangelizar a la gente para que no corra, para que se tome su tiempo. Acá pueden elegir sentarse a comer o a tomar una cerveza leyendo un libro en el espacio que quieran con la comodidad que quieran, y siempre van a recibir de nuestra parte buena comida y esa calidez de atención que los va a hacer sentir como en su casa
Nuestro primer almuerzo en Colonia fue en BocadeSanto. Y a pesar de estar recién llegados, Ana nos hizo sentir como si fuéramos locales. Charlando con ella, el mediodía se nos hizo primeras horas de la tarde sin que nos diéramos cuenta. Su filosofía de vida y su forma de sentir la ciudad nos ayudó a entenderla de otro modo, mucho más considerados de su ritmo casi-sin-tiempo. “Me encantaría que todos puedan descubrir la esencia de una ciudad que no se parece en nada al destino turístico que te venden en un folleto para que recorras en cuatro horas”. Gracias a sus recomendaciones, toda nuestra visita se sintió como una sobremesa con gente que conocíamos de siempre. Y esa es la Colonia que creemos que vale la pena conocer.
Paseo de San Miguel Puerta 81, Plaza Mayor, Colonia del Sacramento, Uruguay | |
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Abierto de jueves a lunes, de 12.00 a 16.30hs y de 20.00 a 23hs Martes y Miércoles, de 12.00 a 15.00hs. |
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