La primera vez que con mi-niño-más-lindo hicimos este budín fue una tarde de martes, mientras buscábamos algo con qué entretenernos hasta la hora de cenar. Fuimos a la cocina para inspirarnos y descubrimos, tristes y olvidadas en el fondo de la frutera, dos bananas negrísimas. Buscamos en internet cómo hacer un budín con dos bananas y llegamos hasta una receta muy sencilla y de pocos ingredientes que nos pareció la indicada para la ocasión. Abrimos la heladera y la alacena y encontramos todo lo que necesitábamos: manteca, azúcar, esencia de vainilla, huevo, harina, bicarbonato y sal. Poco tardamos en ponernos manos a la obra pisando bananas, derritiendo manteca, batiendo huevos, tamizando harina y agregando cucharaditas y pizcas adentro de un bowl. Cuando nuestra mezcla estuvo lista, la pasamos a una budinera que se fue al horno sin escalas. Cuarenta y cinco minutos más tarde estábamos comiendo un budín tan rico que en casa no duró ni un suspiro.
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merienda
“Elegí compartir esta receta porque es fácil y sé que la van a querer hacer. Me gustaría lograr que la gente vuelva a cocinar, que al menos se animen a probar. Todos esos momentos que se generan alrededor de una comida casera, desde su preparación hasta el acto de compartirla en la mesa, son invaluables y se han ido perdiendo. Yo me crié en la cocina de mi nonna que se la pasaba todo el día cocinando. Todo lo que se comía en su casa era casero. Y como cada preparación le llevaba mucho tiempo, el resto de la familia estábamos siempre alrededor suyo en ese espacio tan especial, algo que recuerdo con mucho cariño”. La que nos habla es nuestra gran amiga Marianela Más Conti, una economista de 34 años que el año pasado redescubrió su vocación y decidió estudiar la carrera de Pastelero Profesional en el IAG. Desde su graduación, no para de hacer tartas, tortas y postres de los más variados gustos y sabores con los que viene deleitándonos a todos los que la conocemos.
Creo que hay que compartir recetas fáciles para que más gente se anime a cocinar para sus familias.
Let me take you down ‘cause I’m going to… Strawberry fields… Nothing is real
And nothing to get hung about… Strawberry fields forever
The Beatles, Strawberry Fields Forever
En casa se vinieron con todo el calor y las vacaciones (sí, nos tocaron en diciembre…) y con ellos empezamos a pensar en las fiestas y en cuál podía ser nuestro aporte a la mesa navideña de este año. Aunque todavía no decidimos si vamos a llevar algo salado o algo dulce, estamos haciendo el mejor uso de nuestro tiempo libre en casa para ir probando diferentes opciones en la previa a los festejos.
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Bea brought in the dessert (…) There’s nothing in this world I like better than Bea’s sweet potato pie!
“Lord, girl, how you expect me to eat all that?” The slice she put before me was outrageously big and moist and covered with a light, golden curst —I ate it all.
Fragmento de “Sweet Potato Pie” de Eugenia Collier
Es curioso pensar que las batatas, originarias de la región tropical del continente americano, llegaron a Gran Bretaña de la mano de los españoles en el siglo XVI (por eso se las llamaba “papas españolas”, desconociendo su verdadero lugar de procedencia), sólo para regresar a América muchos años después, victoriosas y en forma de relleno de tarta.
Considerada “comida de ricos” (las batatas solían ser un ingrediente exótico), esta preparación encontró rápidamente un lugar de privilegio entre los postres elaborados en las cocinas coloniales del siglo XIX, al punto que no había ningún cocinero de la época que no supiera cómo hacer una buena sweet potato pie.
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Desde aquel primer mordisco que le dimos a la Pecan Pie que Liza Puglia prepara en NOLA, nos cambió la vida para mejor. Y no lo decimos sólo por las muchas veces que volvimos a comprar otra más (y otra), como adictos en pleno sugar rush, sino porque lograron ponernos manos a la obra en casa -en contra de todo raciocinio y de nuestro gusto natural por lo salado- ya que no podíamos pasar ni un minuto más sin volver a probarlas.
Una locura esas tartitas, nos volaron la cabeza!
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Durante los meses que duró mi licencia por maternidad y me quedé en casa en pantuflas cuidando fulltime de mi bebito, decidí invertir una parte de mi inexistente escaso tiempo libre (benditas eran sus largas siestas…) en armar un repertorio de snacks creativos pero sencillos de preparar, que pudieran saciar con creces el hambre voráz que sentía entre comidas, producto de la ansiedad y del puerperio. Así fue como llego a mi vida este tostado increíble, que bien supo ganarse mi cariño en esas tardes de otoño, pañales y pezones doloridos, en las que me devoraba más de uno sin culpas ni miramientos, con las comisuras manchadas de chocolate y la alegría de una nena de 10 años.
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Un hábito que fuimos adquiriendo en los últimos meses fue el de suscribirnos en distintos blogs y sitios web de cocina, esperando recibir por mail un montón de recetas con las que no sólo salivamos como locos a cualquier hora del día, sino que también usamos de inspiración para reproducir y compartir con ustedes. Así, cada mañana nos zambullimos en un mar de imágenes deliciosas e ingredientes exóticos que se disputan no sólo nuestra atención, sino también nuestro presupuesto y nuestro tiempo tan valioso, especialmente ahora que “bebito a bordo”. Como se imaginarán, la logística de cocinar y sacar fotos ya no resulta tan sencilla como antes con un infante correteando por la casa, por lo que hacemos buen uso de la familia de turno para que nos hagan la segunda mientras nosotros nos encerramos en la cocina a hacer esto que tanto nos gusta.
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Un día maravilloso cruzamos nuestro camino con esta receta que, bajo el nombre de “Dutch Pancake” (panqueque holandés) o “Pannekoeken”, enseguida supo llamar nuestra atención. Un poco por la forma en que se veía el plato terminado en las fotos (“¿quedará ASÍ de inflado?” nos preguntamos, y obviamente tuvimos que comprobarlo), y otro poco porque no pudimos evitar sentirnos atraídos por el gerundio que la acompañaba (a esta altura estimo sabrán que tenemos una fijación con Amsterdam y todo lo que gire a su alrededor). You had me at “dutch”.
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